jueves, 17 de mayo de 2012

LA SABANA DE TURÍN

La Sábana Santa es un lienzo de lino, un tejido conocido por el hombre desde la más remota antigüedad. Existen pruebas del uso del lino desde antes del año 5000 a. C. Así como su siembra y obtención no es compleja, sí lo es la obtención de sus fibrillas para componer los hilos a tejer. El tipo de lino empleado para tejer la Síndone viene de una planta que crece fundamentalmente en Palestina y Oriente Medio.
Según Charles Ribiollet, técnico de la Escuela de Tejidos de Lyon, la cantidad de hilo necesario para la superficie de la Sábana Santa (que mide 4.36 x 1.10 metros [antes de la restauración de 2002]) es de 4.79 metros cuadrados. En longitud, serían: 27 hileras de trama por centímetro, por 436 centímetros son 11772 hileras; que por un largo de 1.10 metros, dan 12949 metros. En anchura, serían: 40 hilos de cadena por centímetro, por 110 centímetros, son 4400 hilos; y multiplicado por la longitud de la Sábana, da 19184 metros. En total, sumando ambas cantidades, y si contamos con las pérdidas durante el proceso de tejido, son 33 kilometros de hilo empleados para tejerla. Esto, hecho artesanalmente en un país del tercer mundo, significa aproximadamente un mes de trabajo, lo que otorga a la Sábana un gran valor económico. La conservación del tejido durante 2000 años presupone, según el analista, su excelente calidad.


CARBONO 14

Tres laboratorios distintos afirmaron conjuntamente que la técnica de datación por el C 14 indicaba que el lienzo de Turín era del siglo XIV, aproximadamente de aquella época en que tenemos testimonios históricos de su existencia en Francia. La reacción inmediata de los medios de comunicación, e incluso de medios eclesiásticos, fue el declarar el tema zanjado, y negar toda posible conexión de la Sábana con la crucifixión de Jesús catorce siglos antes.
Con un único dato en contra, aunque se trataba de un dato revestido de todo el prestigio de la ciencia nuclear moderna, se daba por inválido todo el estudio previo de decenas de científicos de todas las disciplinas y todos los resultados concordantes que apuntan a la autenticidad arqueológica del lienzo. Sin responder a las preguntas obvias de cómo podría alguien en la Edad Media tener los conocimientos médicos o históricos para producir una impresión que asombra por su exactitud anatómica, patológica y cultural, y sin indicar cómo esa imagen única pudo aparecer sobre la tela, se dio por cerrado el caso con referencias más o menos tibias a un valor simbólico de ese "icono", o con un ataque despreciativo hacia la credulidad y oportunismo de quienes lo veneraron durante siglos.
 

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